"Escuchar, actuar, comunicar", por Adrián Beltrán
adComunica estrena un espacio quincenal de colaboraciones de socias y socios en 'el Periódico Mediterráneo'. El primer artículo, firmado por el presidente de la Asociación, se publica el jueves 26 de diciembre de 2024.
Artículo publicado en La Libreta de adComunica, en el Periódico Mediterráneo, el martes 26 de diciembre de 2024, por Adrián Beltrán:
Escuchar, actuar, comunicar
Los comunicadores de hoy tendemos a mirar en prospectiva absortos por los datos, metadatos, tendencias, algoritmos, encuestas, métricas e inteligencias artificiales varias. Y está bien, aunque a veces lo moderno es también volver a los clásicos. En esta selva de miles de impactos comunicativos a la que nos enfrentamos cada día, suele ser gratificante parar un momento (de verdad que no pasa nada, probadlo) y echar la mirada atrás para acordarnos de las enseñanzas de los maestros de la oratoria y la comunicación.
El filósofo estoico Epicteto aseguraba que la naturaleza nos dio dos ojos, dos orejas y una boca para que pudiéramos observar y escuchar el doble de lo que hablamos. Tiene sentido. Sin embargo, la mitad del proceso comunicativo, la escucha activa, suele ser obviada. Marcas, instituciones y personalidades invierten mucho en decir muchas cosas todo el tiempo. Sumar ruido al ruido con la esperanza de dar con un mensaje especial y único que destaque sobre todos los demás. ¿Pero hemos escuchado en profundidad a nuestros clientes, ciudadanos o públicos de interés para saber qué quieren y esperan de nosotros? ¿Estamos haciendo lo que decimos y prometemos? ¿O pensamos que se contentarán con anuncios vacuos y fuegos de artificio?
Tras la catástrofe de la dana en Valencia han llegado de todos lados las prisas por comunicar. Dolor, desamparo, desesperación, indignación… y la realidad es que desde el primer minuto el foco se ha puesto en los políticos y no en las víctimas. El error, como decían los antiguos, ha sido abrir la boca antes que los oídos y los ojos. La mejor comunicación siempre suele ser la acción. Y la buena reputación no se crea en los despachos ni se compra en el granero social, se construye en la mente de las personas a base de predicar con el ejemplo (coherencia), reiterar el mensaje en los formatos y canales adecuados (constancia) y apuntar un propósito claro para ser útiles al entorno (conciencia). Y si queremos destacar en el maremágnum también tendremos que ser originales (creatividad). Un gran reto para los comunicadores, de ayer y de hoy.